
La única romántica de la familia, poco habladora pero buena escritora.
Millenial con todos los poderes, mi vida se debate entre la fotografía y la arquitectura. Como buena amante de la luz disfruto mucho los atardeceres, y como buena compañera de la oscuridad en ella encuentro respuestas, anhelos y nuevos proyectos.
Declaro a la soledad cómplice para el artista, para encontrarse, incorporarse y levantarse.
Bienvenidos a este pequeño universo.