La música en general siempre ha jugado un papel importante en la historia de la humanidad, en la historia de mi humanidad. He tenido una relación, a veces hasta invasiva, con ella que me ha permitido aprender y entenderla de manera empírica, todo lo que encierra una melodía puede llegar a salvar una vida o condenarla para siempre.
Hay canciones que me transportan a momentos que no he vivido, esas canciones que me hacen visualizar una escena perfecta, una en la que estamos tu y yo, sin más.
Hay canciones que te convierten en literatura y otras que me llevan al llanto, poemas escritos y nunca entregados, canciones descubiertas y jamás enviadas.
Tú y yo conocemos canciones que nos unen a pesar de la distancia, que nos remueven los recuerdos y nos delatan los sentimientos, canciones que a veces no podemos escuchar y creemos ilusoriamente que avanzar en la playlist nos hará sentir menos, o mejor, no sentir.
Hay canciones que dan ganas de reproducirlas en loop con una botella de tequila, como en taberna mexicana, con tu recuerdo en la mano y la libreta en la mesa, y embriagarme de emociones de las cuales tú serás culpable, y dejarlo todo en el papel, que bien sabes, serás la musa. No diré nunca y tampoco siempre, pero sé que pasará mucho tiempo hasta dejar de recordarte con las mejores canciones y hasta dejar de verte en la protagonista de cada película que veo.